lunes, 26 de agosto de 2013

QUE JARTERA EL MATRIMONIO !






En la red anda rondando un chiste que bien puede ser traído a colación en este artículo:
Jaimito le pide matrimonio a Dianita, ella que le dice que no y fueron felices para siempre!

Lógicamente, ese chiste tiene que haber sido creado por una persona casada, porque el matrimonio es como un paseo en lancha: todos los solteros se quieren subir a la lancha pero una vez que están arriba, el viento se torna fuerte y el mar se agita, la gran mayoría se quiere bajar, o por lo menos, se pregunta que  ideas tenían en la cabeza que lo llevo a tomar la decisión de subirse.


En las buenas épocas del matrimonio, no podemos negar que es el mejor estado civil: se tiene compañero permanente, se tienen metas en común, y el apoyo mutuo,  la afectividad y la sexualidad por lo menos en ese momento están resueltos, y quiero dejar claro que no están excluidas totalmente las diferencias pero en términos generales hay una buena convivencia. De hecho, la gran mayoría de parejas hacen lo humanamente posible por transmitir al resto del mundo  ese perfecto estado.

Gracias a Dios el internet nos ha permitido ver que las dificultades de los matrimonios no son solo de los países jóvenes como es el caso de los latinos, sino que también se dan en la bella Europa, Estados Unidos y el mundo en general.

Mas allá de los príncipes azules y los cuentos de hadas, las mujeres por naturaleza somos las que construimos el nido para las crías, igualito que el resto de los animales. Necesitamos tener un hogar para criar los hijos, y ese hogar difícilmente se puede dar sin el concurso del hombre, de ahí nuestra necesidad primaria de tener un compañero.

Desafortunadamente, el concepto de amar no nos fue inculcado, ni a mujeres ni a hombres, si miramos bien, todos hablamos de amor, pero la realidad es que no sabemos con que se come el amor. Generalmente lo confundimos con apego, costumbre, zona de confort o simplemente que no tenemos ni idea que hacer con la vida y lo mismo es estar ahí que en cualquier parte. 

Otro pequeño detalle, es que no aceptamos al otro como es, sino como queremos que sea, dicho de otra forma, nos casamos con nosotros mismos, y como no cambiamos, pretendemos que el otro lo haga. Este pequeño detalle, es el gran contribuyente a que los matrimonios se vuelvan un eterno lugar de lucha de poderes, en el cual, los malos tratos de parte y parte, la intolerancia, los resentimientos, la falta de equidad de género, hagan un nido de cultivo para hacer de la relación un espacio que lejos de ayudar a llevar la vida y evolucionar, se convierte en una “jartera” a veces extremadamente pesada y dolorosa. 

¿Cuantas veces no hemos llegado con el lomo doblado por la lucha y lo que necesitamos es un abrazo y encontramos al otro, que hemos escogido, supuestamente, para eso, terminar de acabarnos con un comentario hiriente, un vuelta de espalda o la diferencia absoluta en la mejor de las situaciones, o peor aún, generando más inconvenientes de los que ya cargamos?

Al hombre se le reconoce que enfrenta la calle para traer el sustento para la casa, y como es de dura esa calle! Y la mujer, que se vio empujada por los padres, la sociedad de consumo, y la necesidad de  sacudirse de la sumisión y el maltrato, a cumplir roles en la calle y en la casa, agobiada por no terminar haciendo nada bien, porque si la mujer es sincera su prioridad número uno es su compañero, los hijos y la casa, no necesariamente en ese orden, y para poder cumplir con todo, algo le falla: o la relación con la pareja, o el trabajo o lo peor que es la crianza de los hijos.

Porque la verdad, no tengo idea de dónde sacaron que la crianza solo es responsabilidad de la mujer, que madre solo hay una pero que padre es cualquiera. Falso, falso. Para poder ser madre hay que tener un padre, que es el que impone la ley, el que da paso a la identificación sexual a través de la superación del Edipo, el que de alguna manera determina el comportamiento con la abundancia, y para completar la salud mental, nos las da el padre! 

Es complicado mantenerse casado: la rutina, la lucha por construir, la crianza de los hijos, las crisis evolutivas que vivimos como seres humanos, el mismo discurso rallado, todo se confabula para hacer del matrimonio una jartera de marca mayor.

Y eso sin añadir uno  de los problemas más dolorosos que tiene que enfrentar el matrimonio, no ahora, sino desde que se inventaron la monogamia, que  es la infidelidad. 

Personalmente he llegado a la conclusión que nosotros en nuestro afán de alejarnos del reino animal, se nos olvido que formamos parte de él e insistimos en no tomarlo en cuenta, en otras palabras vamos contra la naturaleza con sus pertinentes consecuencias al respecto.

Los seres humanos somos polígamos. Pero siglo tras siglo, nos han enseñado que tenemos que ser monógamos, aunque eso signifique que tal creencia ha sido la causa de tanto sufrimiento y dolor. Hay personas que la asumen como parte de sí mismos esta monogamia, pero  la gran mayoría   se debate entre serlo o no, y/o aceptarlo de su pareja o no.

Si nos ponemos a pensar, los seres humanos, queramos o no, somos sexuales, y nos guste o no en el abordaje que hacemos de cada persona este aspecto entra en juego. Hacia afuera lo negamos pero no podemos dejar de pensar con la vagina o el pene cuando nos relacionamos, y los únicos que si saben cómo funciona conscientemente la cosa son las empresas que se alimentan de ello. 

Total, hay una especie de mercado abierto para la interacción sexual y afectiva. Hay personas que conscientemente toman la decisión de ser fieles, casi siempre su contraparte no lo es, lo que los lleva a grandes sufrimientos y se convierten en verdaderos luchadores o luchadoras por mantener la pareja no importa que tantas vicisitudes tengan que pasar.

Quisiera dedicar este artículo a esas personas casadas que contra viento y marea mantienen los vínculos matrimoniales: a esos guerreros y guerreras!

Una vez, una mujer se encontró con una amiga que estaba viviendo un episodio de estos, literalmente, tenebroso, con bruja a bordo, dinero perdido, enfermedades, violencia física, etc., etc., y le preguntó como estaba su situación, al ella contársela, empezó a opinar al respecto. Su respuesta la dejo anonadada, avergonzada y reflexiva:

“Aja, ya no tengo amigas! Todas quieren opinar y se molestan porque no hago lo que me indican, caramba! Cada quien se enjabona como puede! Y solo yo sé que me aprieta!”

Toma! Por metiche! Creyendo ayudar, lo único que hacemos es meternos en una fiesta (pésima fiesta, pero fiesta al fin y al cabo) a la que nadie nos invito. En un matrimonio solo sabe que pasan los dos que están adentro, el resto opinamos como si fuera una serie televisiva, pero no tenemos ni idea que haríamos si estuviéramos en esa circunstancia.

Años atrás, la infidelidad era reconocida en los hombres, la infidelidad femenina era bastante inusual por lo menos a simple vista, pero ahora, es bastante común, de ahí, que veamos hombres derrumbados igualito que las mujeres, y se podría  decir que pocos se escapan de vivir esta situación.

Viéndolo desde la barrera, uno se pregunta ¿ por qué tanto sufrimiento porque dos decidan divertirse?

En algún momento del camino la infidelidad en las mujeres tenía un tinte existencial, cosa que se perdió y para los hombres es tan normal tener sexo como comer o ir al baño, no comprometen para nada su afectividad, ni sus metas, ni logros ni nada, bueno, muchas mujeres también lo hacen así, pero ese funcionamiento es inherente especialmente a los hombres.

Pero hay un tipo de infidelidad que es la que más lastima, la que es repetitiva a través del tiempo con la misma persona. Antes eran felices o mejor dicho infelices los tres pero ahora es (in)felices los cuatro. Por qué? Porque los dos que no están en la fiesta o se hacen los locos o entran en un proceso de dolor, lucha, odio, rencor, rabia, amor propio dolido, lucha de poderes, y muchas veces es tanta la presión que terminan literalmente enfermos físicamente, pero no pueden dejar ir, ni se pueden ir. Por eso digo que son guerreros, porque a pesar de sí mismos luchan por lo que creen así se mueran en el camino. Desde fuera solo podemos ver los destrozos de dos seres que un día tomaron la decisión de formar una sociedad eterna, pero que no contemplaron que esa eternidad excedía su capacidad.

Por eso, como la señora que se encontró mi amiga, cada quien que se enjabone como pueda!

2 comentarios:

  1. El matrimonio, como tantas instituciones culturales, está en crisis hace mucho tiempo, y eso se observa en la evolución del encuentro de pareja, que en muchos casos prescinde del contrato social y se juntan de hecho hombre y mujer, y luego el tiempo dirá... Creo que la fidelidad es posible de ambas partes; si solo uno cree en ella, pues así no funcionará, ambos deben estar de acuerdo en ello, y así la ecuación hombre-mujer se vuelve sustentable, el matrimonio es una sociedad, y como toda sociedad debe ser honesta, ese es el punto. Muy buen artículo.

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  2. La rutina, la costumbre, el hábito de hacer las cosas sin pensar, sin analizar, acaba con cualquier relación, no sólo la matrimonial. La originalidad, la creatividad, la novedad son muy convenientes en las relaciones, aunque estas deben ser bien llevadas para que no se conviertan, también, en rutina.

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